La historia de las impresoras 3D es breve y muy reciente. Los orígenes de la impresora en tercera dimensión se remontan a la década de los 70’s, cuando la primera máquina de inyección de tinta salió al mercado. Los avances durante los siguientes años en esta rama de la tecnología permitieron que para 1983, el inventor estadounidense Chuck Hull ideara el primer método de impresión 3D conocido como estereolitografía. Durante los siguientes años, la empresa de Hull (3D Systems) empezó a comercializar sus impresoras y a evolucionar los modelos y las técnicas de impresión.
Durante los últimos años, las impresoras 3D han representado un enorme avance tecnológico que ha permitido un gran número de logros en distintos campos de la ciencia. Por ejemplo, en la arquitectura, con la impresora 3D se pueden elaborar maquetas tridimensionales. En la ingeniería, por otra parte, se crean prototipos y modelos base. Dentro de la medicina es probablemente donde se encuentra el avance más famoso de la impresión en tercera dimensión, puesto que se ha logrado crear prótesis para el cuerpo e incluso de partes enteras del cuerpo humano a partir de células y tejidos naturales.
Existen muchos casos donde la impresión en 3D ha dado de qué hablar, además de que ha beneficiado a la ciencia en general. Uno de los casos más recientes es el de la oreja creada artificialmente con células y tejidos vivos mediante impresión 3D, la cual representa una gran ventaja para todas las personas que nacen con malformaciones congénitas. A la par de este avance científico, se han desarrollado otras partes del cuerpo como narices, ojos, dedos e incluso extremidades completas.
En el diseño industrial y la ingeniería, las impresoras en tercera dimensión son también una gran ventaja que ahorra tiempo y recursos. A partir de un diseño digital se construyen objetos de plástico, los cuales se funden en la impresora capa por capa modelando el arquetipo. Cabe mencionar que gracias a estas impresoras, se ahorra de manera significativa el tiempo de construcción de un diseño; además de que el dinero que se invierte en el modelo se reduce debido a la practicidad que se encuentra en la impresión 3D.
A pesar de los múltiples beneficios que las impresoras 3D representan para la ciencia y la vida cotidiana, algunas personas consideran que pueden ser perjudiciales para la industria, el comercio y la sociedad. Es importante mencionar que aparte de los objetos construidos para la ingeniería y la biomedicina, se ha fabricado a su vez, otro tipo de cosas como las armas. Por otra parte, se cree que en el futuro con el abaratamiento de las impresoras, podrán fabricarse objetos de domésticos y de uso común como platos, vasos, accesorios, etc. en las mismas casas y no será necesario la adquisición de ellos en las tiendas y comercios. Lo anterior puede provocar el declive de la industria y el comercio a nivel internacional. Es por ello que algunos congresistas de Estados Unidos han mencionado que es necesario empezar a regular legalmente el uso de las impresoras 3D.
No obstante, el futuro exitoso de las impresoras en tercera dimensión es augurado por los expertos en el tema. Sin duda alguna, la impresión en 3D será cada vez más accesible económicamente para las personas en el mundo, además de que representará un gran beneficio para la ciencia y la tecnología.
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